miércoles, 18 de abril de 2012

África: cuna de nuestros ancestros viajeros

“Los humanos, sea cual fuere nuestra procedencia y color, compartimos un único abuelo, un remoto antepasado de piel obscura  que ahora hace más o menos entre cinco y seis millones de años vivió en nuestra primera patria, nación o país: África, la cuna de la humanidad.” 

Así explica Jordi Serrallonga nuestra procedencia en su libro “Los guardianes del Lago”. Aún así, los humanos hemos querido desde siempre representar el papel principal, ser protagonistas en esta aventura que llamamos vida. Pero Jordi Serrallonga comenzó su clase desmitificando esta visión antropocentrista y acercándonos a la realidad, a nuestros ancestros; ya que todos nosotros, compartimos características genéticas y morfológicas con los primates.

Al principio, los homínidos vivían en los bosques de África, pero luego hubo un cambio climático: la tierra se empezó a secar. Así pues, el bipedismo que ya comenzó en los bosques, les fue de gran ayuda para poder moverse en las sabanas. El bosque les daba cobijo, protección; pero en la sabana, aparte de ser más insegura, era más difícil conseguir comida, y así comenzaron a usar herramientas. En la estepa, se ven obligados a cazar; y así surgen las primeras expediciones, cimentándose en el trabajo en equipo. “Según los mecanismos de la selección natural darwiniana, adoptamos la marcha bípeda y experimentamos un aumento gradual de la capacidad cerebral que nos condujo a controlar el fuego y a la fabricación de herramientas cada vez más complejas”. (Serrallonga, J.; 2010) 

Jordi Serrallonga
Fuente: Jordi Serrallonga


El fuego les otorgo protección, idea de grupo, pero también, les dio la oportunidad de poder viajar. Desde allí, saltaron a occidente: desde África a Asia, y más tarde también a Europa. De este modo, nosotros procedemos del los Homo sapiens, que evolucionaron en África y desde allí colonizaron el mundo reemplazando a las especies locales de Homo, y en Europa a los neandertales. 

Creacionismo y fijismo vs. evolucionismo
Hemos necesitado mucho tiempo para admitir nuestro parentesco con los primates. Durante mucho tiempo nos hemos aferrado a la teoría de la creación, el fijismo, sin ninguna posibilidad de cambio: una creación divina donde la especie humana se aferra a su papel de protagonista. Hasta que Darwin se atrevió a hablar de la teoría de la evolución, muy pocos plantearon la idea del cambio, a excepción de Buffon, George Cwier o Lamark. 

¿Pero en la teoría de la evolución, que pasaba con el ser humano? Darwin tenía tanto miedo a sus teorías que no podía hablar del origen del ser humano en su primer libro. Pero al final del libro, dejo caer una frase, que sin decir nada, entre líneas enseñaba más de lo que ocultaba: “Much light will be thrown on the origin of man and his story”. Más adelante cuando las cosas se calman, es cuando hace un manuscrito en donde habla del parecido del ser humano con el mono; finalmente, en 1871 publica su libro “El origen del ser humano”. Sin pisar el continente africano, dijo, que para buscar el origen del ser humano había que viajar a África, ya que observa que es donde viven humanos y monos. Fue muy criticado por ello, no solo por el hecho de emparentar al humano con los primates, sino que por suponer, que África ere la cuna de la humanidad. Esta era la mayor herejía en una época de imperialismos en el continente africano. 

Viaje científico y su difusión 
Siguiendo la huella de los primeros viajeros, de nuestros ancestros, surge otro tipo de viaje: el viaje científico. Ya que, lo que para muchos fue una anomalía, algo imposible de creer, fue el principio de un viaje científico y arqueológico que poco a poco nos está acercando más al entendimiento de nuestros orígenes. 

Algunos arqueólogos como Chapman y Bringham comenzaron con aventuras científicas propias de Indiana Jones, con la idea del arqueólogo coleccionista, que iba en busca del objeto para que acabara en la vitrina de un museo, totalmente descontextualizado. Esa fue la labor de los primeros arqueólogos: una labor totalmente descontextualizada. Fue Howar Carter, es descubridor de la tumba de Tutankamon, el primer arqueólogo meticuloso. 

Pero se podría decir que uno de los primeros arqueólogos en utilizar métodos científicos fue Louis Leakey, cuando después de estudiar en Inglaterra volvió a África con intención de buscar el origen de la humanidad en las excavaciones de Olduvai (Tanzania). Con su libro “Homo habilis” abrió el filón del periodismo científico, y en seguida se percato de que si no era capaz de sacarle jugo a divulgar sus descubrimientos, nunca podrían financiar sus excavaciones. Es en este momento cuando nace el binomio entre ciencia y divulgación. 

Louis Leakey
Fuente: Wikipedia


Leaky tenía la idea de que para saber si el hombre era el único que podía hacer herramientas era observar grandes primates, y para ello, mandó a Jane Goodall, Dian Fossey y Biruté Galdicas cada una por su lado a investigar homínidos. Ellas fueron las tres ángeles de Leaky, y al aparecer muchas veces en medios como National Gehograpic aprovecharon estos medios para la financiación, aparte de abrir el trabajo científico con los chimpancés de una forma más rápida, ya que National Gehograpic es una revista que llega a un público más amplio, no solo especializado. 

Otro científico consciente de la necesidad de la divulgación fue Sabater Pi, el primero en descubrir que los chimpancés también eran capaces de hacer y utilizar herramientas. Fue él quien descubrió el famoso Copito de Nieve, el único gorila albino en cautividad, ya que luego se le pudo ver en el zoo de Barcelona. Gracias a Copito, Sabater consiguió becas para trabajar en África. 

Por último, en lo que se refiere a divulgación científica, pero esta vez centrada en televisión, no se pueden dejar sin mencionar dos nombres: Rodriguez de la Fuente y Jacques Cousteau. El primero, por su serie documental “El hombre y la Tierra”, en donde da a conocer la fauna ibérica; el segundo en cambio, porque fue el primero en adentrarse dentro del mar para investigar y divulgarlo a través del conocido “Mundo submarino”.

La aventura de la ciencia 
Hasta hace poco el turista se conformaba con la foto para dejarlo de recuerdo casi olvidado en un álbum al fondo de la estantería. Hoy la gente quiere conocer más, quiere información. En estos tiempos de paquetes vacacionales elaborados a carrera, que cada vez olvidan más la calidad por un precio más competitivo en el mercado, los viajes de autor son una buena opción para viajeros, no tanto para turistas. Viajes elaborados a la carta de la mano de un especialista en el tema, un científico que vive con pasión cada palabra que dibuja con su boca, y que acompaña al expedicionario de una forma más cercana y personal. 

Jordi Serrallonga, es un científico soñador, que todavía sigue estudiando sobre el terreno y que con sus viajes de autor combina como en un coctel viaje, aventura y ciencia… todo ello acompañado de seducción, emoción, romanticismo y muchas ganas de aprender y enseñar. 

Nosotros hemos tenido el placer de saborear los viajes de autor de este primate arqueólogo, naturalista, pero sobre todo viajero, sin movernos de la mesa de clase.  Tras la huella de nuestros ancestros viajeros o de la mano de Darwin, Leaky, Sabater Pi o Rodríguez de la Fuente entre otros, hemos degustado este coctel de viaje y ciencia. La idea es hacer trabajos saliendo de los tópicos y con calidad. El público ha cambiado, quiere un viaje a su medida; quiere información. Y en realidad, este binomio funciona.

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1 comentarios:

  1. Anónimo8/02/2016

    am una pregunta cual gue la cuna de nuestros antepasados ... donde se ubicaron... o permanecieron

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